Esta reflexión breve surge de la experiencia de Ismael y su esposa Karol al entrevistar varios indígenas cristianos y cristianas acerca de su fe y su relación con su identidad cultural. Nos deja mucho para masticar, tanto sobre la forma que caminamos con nuestros hermanos y hermanas indígenas (incluyendo cómo dialogamos) como sobre la realidad de las iglesias evangélicas indígenas de nuestro continente.
Por: Ismael Conchacala Gil
El equipo de Memoria Indígena ha venido planteando la cuestión de una teología indígena desde América Latina. Sabemos que desde las tradiciones católicas se ha indagado un poco más desde sus prácticas, dominios y resistencias, posibilitando un camino a la cual es oportuno seguir cuestionando. Sin embargo, en contexto de tradiciones evangélicas indígenas es un tema que se mira con sospecha y precaución. Hemos podido notar en diferentes espacios que ha venido generando Memoria Indígena, cómo este tema no cala con interés, quizás porque puede parecer algo nuevo o simplemente el tema desborda los límites de lo que se considera “sana doctrina” por parte de nuestros hermanos. Lo cual, termina sesgando miradas y caminos que podrían nutrir la fe cristiana, sus complejas definiciones y prácticas desde la mirada indígena.
Por otro lado, es difícil partir definiendo desde dónde y cómo florece la teología indígena. Al pensar en contextos de comunidades ancestrales podríamos decir que la teología no es algo que surge causada por una religión. Por lo tanto, es posible pensar que la teología habita junto al pensamiento como suelen decir los wiwa de la Sierra Nevada de Santa Marta, o la teología está en el sueño según los Ette. Esto es importante ya que los relatos de vida, las historias de origen, sueños y cantos ancestrales viene siendo una manifestación por la continua comprensión de su vivencia, espiritualidades y fe.
Pero conviene hacer una mirada a las tradiciones evangélicas indígenas, quienes muchos se han aferrado a los modelos dominantes de la evangelización que les impusieron una forma de ser y hacer iglesia, que desde luego obstaculiza el paso de pensar hacia una teología indígena en el contexto de estos hermanos. Por esta misma razón las preguntas planteadas para la serie de Relatos de Vida no pudo dar mayor apertura, sino muchos entrevistados tuvieron conflictos frente estos cuestionarios, pues quienes la plantearon también partieron de unas respuestas ya preconcebida para sí, dada las múltiples reflexiones y talleres que han desarrollado en relación a los puntos propuestos. También cabe observar que muchos de estos términos no están en el idioma de estas comunidades y para tener un acercamiento también tendríamos que conocer sus formas de narrar, definir y sentir estas preguntas:
¿Cuéntenos sobre la historia de su relación con Jesús y con la Biblia, especialmente en relación con su identidad como persona indígena? ¿Que tiene la iglesia indígena para ofrecer al resto de la iglesia? ¿Qué tiene que aportar las voces y los recuerdos indígenas y por qué cree que la iglesia debe escucharlo?
La mayoría de las personas entrevistadas no suelen auto determinarse como cristiano indígena, pues la cuestión étnica es una constante lucha y sigue pareciendo una condición desfavorable, ya sea porque la identidad indígena se ha convertido en una carga pesada dada las percepciones negativas desde las colonizaciones y por la misma iglesia quienes simplifican que ser indígena es ser al lado opuesto a Dios. Para los evangelizadores y evangelizadas, el nacer de nuevo también es un intento por desvestirse y tomar un ropaje nuevo, occidental. Por consecuencia, las aspiraciones y la realización como una comunidad de fe están limitadas a las prácticas y modelos de los no indígenas. Algunos entrevistados, por ejemplo, mencionan que no hay iglesia indígena, hay una sola iglesia, un solo pueblo de Dios. En ese sentido qué podría aportar una iglesia ancestral cuando la palabra de Dios, para algunos hermanos indígenas, nos invita a prácticas específicas y valores muy definida desde la Biblia. Por lo mismo, la conversión es narrada en muchas ocasiones como un intento de salir de un estado inferior o erróneo. Es aquí donde el que cuenta su testimonio suele anticipar, sus prácticas, sus saberes antes de ser cristiano como opuesto a Dios y los triunfos o bienestar en la fe como una realización plena. Ante este sentimiento ¿importa las voces de nuestros ancestros o las memorias de nuestros pueblos ancestrales?
Pensar la iglesia indígena o visionar una teología indígena sigue causando ampolla en las comunidades indígenas quienes consideran la conversión como un detrimento a la identidad y también para las iglesias no indígenas quienes se afanan para que copien sus modelos, pero no están muy interesados en entrar en su mundo. Por un lado, la evangelización y la conformación de la iglesia también ha estado impregnado en distintos momentos de violencia. En el caso particular de los Misak, sus relatos han hecho un énfasis en las luchas y la resolución del conflicto interreligioso, lo cual puede ser un aporte importante para otras iglesias indígenas. En sus inicios tanto los Nasa como los Misak sufrieron martirio y persecución por parte de las autoridades tradicionales y por parte de la religión dominante como los católicos. Sin embargo, encontraron un interés común, en el caso de los Misak, como la lucha contra los terratenientes. Encontraron en la fe un argumento para reclamar y algunos dar la vida. Al mismo tiempo se vieron obligados a reconciliarse ya que en el fondo lo común seguía siendo su identidad indígena, la riqueza lingüística y la cultura milenaria.
Es evidente que los aportes no pasan desapercibido. Muchos líderes Nasa, Wiwa, Misak, Ette, Kogi, Arhuaco, Embera, han venido generando aportes importantes, inspirados y en memoria de esos abuelos que entablaron un diálogo frente otras religiones y prácticas. En el caso de un líder Nasa, promovió que en su comunidad los integrantes tuvieran el mismo derecho a pesar que algunos comuneros no profesan la fe ancestral. Nuevamente algunos abuelos Misak reconocen que en la lucha contra los terratenientes la comunidad cristiana no los dejó solos. En definitiva, estas memorias y relatos de vida no se escapan de hechos de violencia, ya sea generado internamente, externa y por los grupos armados, donde la fe viene siendo un alivio y una esperanza en medio del dolor.
Las preguntas pueden que no hayan sido planteadas de la mejor manera, pero han sido preguntas que nos ha lanzado como equipo a buscar, indagar y recolectar. El acercamiento a las personas, a sus comunidades, los testimonios, sus prácticas, los saberes, las tensiones, conflictos interreligiosos y otros asuntos nos lanza a recordar una vez más ¿Qué es teología indígena? ¿Qué son las memorias indígenas? Hasta este momento tanto los que entrevistamos y animamos a escribir las historias, junto a ellos, estamos desafiados, no solamente a recordar y a contar, sino, a replantear nuestras narraciones, dar nuevos argumentos que den sentido a lo que somos. Para esta experiencia fue válido, lo mucho o lo poco que hayamos transitado en la fe, después de todo nos invade un vacío que pretendemos llenar con los preconceptos. Algunos son comunidades nacientes, otros son comunidades que están por cumplir 100 años, pero todos con expectativas hacia una comunidad que comprende y practica el reino de Dios y su justicia mientras se cuestiona su identidad en el mismo camino.