Los y las participantes del encuentro "¿Quién hace la historia? Espiritualidad e identidad indígena de la misión."

 

El encuentro de Memoria Indígena, titulado ¿Quién hace la historia?: Espiritualidad e identidad indígena de la misión, tomó lugar en Lima, Perú, del 11-13 de septiembre, 2015. Nos reunimos 30 personas de 11 países, representando a 12 grupos étnicos indígenas, además de otras personas de culturas no-indígenas, para escucharnos, aprender y compartir.

 Queremos agradecer especialmente a los que hicieron el esfuerzo para que realizáramos este evento: Paz y Esperanza Internacional, el Instituto Lingüístico del Verano Perú (ILV), el Centro Evangélico de Misiología Andino-Amazónica (CEMAA), y la Fraternidad Teológica Latinoamericana (FTL), además, de muchos donantes individuales de iglesias norteamericanas. Gracias también a todos y todas las participantes quienes hablaron y compartieron sus vidas, pensamientos, y pasiones.

Pasamos tres días enfocándonos en tres temas claves para la iglesia indígena: Identidad, Historia, y Misión, con un enfoque global de que las iglesias indígenas en Latinoamérica deben compartir sus historias para poder consolidar y enriquecer sus propias identidades, formar sus relaciones con las iglesias no-indígenas y su misión, y enriquecer toda la iglesia mundial.

Aquí está un resumen de lo que se ha dicho en los tres días:

IDENTIDAD

  1. Dios siempre ha estado presente entre los pueblos y se ha manifestado a través de nuestras culturas y tradiciones desde antes de la llegada de los misioneros que nos trajeron el evangelio de Jesús. Al comprender esto, debe cambiar las formas y maneras que usamos para acercarnos a nuestros pueblos con la Biblia y el evangelio. Necesitamos una hermenéutica contextualizada y una educación cristiana que incorpore a nuestras propias historias y culturas y debemos seguir trabajando por una iglesia que reconozca la importancia del idioma, la organización y el pensamiento de cada pueblo indígena.
  2. Cada cultura es una parte importante de la creación de Dios y por lo tanto son portadores de verdades y principios dignificantes. Sin embargo, como cristianos y cristianas afirmamos que existen valores morales importantes y que el evangelio, además de redimir y afirmar nuestras culturas, la transforma cuando buscamos vivir en los valores del Reino de Dios. El evangelio de corazón permite escudriñar, juzgar y retener lo bueno, sin lastimar nuestra identidad étnica. De manera que, con la ayuda del Espíritu Santo podemos saber con qué aspecto de la cultura se dignifica al prójimo, el ser indígena y sobre todo a Dios. Es necesario entonces que la iglesia reconozca que la comunidad local tiene un papel importante y tiene el derecho de afirmar su propia cultura a la luz del evangelio.
  3. Deseamos buscar el rostro de Dios en nuestras culturas e historias míticas, las cuales nos sirven como nuestro antiguo testamento, revelando cómo Dios se ha manifestado en nuestro contexto histórico y sociocultural.
  4. Es de suma importancia la recuperación y la preservación de nuestras culturas, pero también sabemos que la cultura es dinámica y siempre está adaptándose. Por lo tanto, rechazamos la aserción nativista de ciertas personas o grupos que dicen que hay que preservar o recuperar una forma supuestamente esencial de nuestras culturas que no respeta a aquellas personas y comunidades indígenas que practican una religión como la cristiana. Como cristianos y cristianas indígenas reafirmamos nuestra identidad cultural y también reconocemos que debemos analizar y criticar cualquier pauta de nuestra cultura que discrimina, sojuzga, o excluye.

MISIÓN

  1. Cumplir con la misión de la iglesia en nuestro contexto es una tarea de todos y todas y confiamos que el Espíritu Santo puede guiarnos en el camino. Mientras solo la comunidad local tiene el derecho de criticar su propia cultura a la luz del evangelio, reconocemos que necesitamos el apoyo de todo el cuerpo de Cristo, incluyendo a las iglesias no-indígenas, en esta tarea. Todos los miembros del cuerpo de Cristo somos interdependientes y tenemos la responsabilidad de comunicar a Jesús como un mensaje de paz, convivencia, esperanza y amor.
  2. Es necesario buscar métodos apropiados para la misión para que la raíz del evangelio crezca en nuestras culturas. Necesitamos una pedagogía contextual que incorpore nuestras narraciones e historias con la historia de Dios en la Biblia para trasmitir el mensaje de Jesús de la mejor forma de una generación a la otra. El proyecto de evangelización entre los pueblos indígenas debe ser desde el contexto del indígena y con el indígena, para no convertir el evangelio en una lista de reglas o una carga impuesta desde afuera.
  3. En nuestra labor misional el acto comunicativo del evangelio de Jesús puede generar conflictos con algunas creencias y prácticas tradicionales de nuestros pueblos. Es preciso anotar que los sectores más conservadores de los grupos étnicos han tenido una concepción negativa sobre los cristianos indígenas. Por lo anterior es pertinente trabajar y servir a ellos, demostrando que antes de ser cristiano Dios nos creó indígenas y seguimos siendo íntegros con nuestros pueblos sin tener que comprometernos en prácticas que atente nuestros principios y valores cristianos.
  4. Nosotros aprendemos mirando e imitando lo que practica otra persona. Entonces es necesario acompañar a hombres y mujeres cristianos en su proceso de formación para cultivar creyentes ejemplares que nuestros pueblos indígenas pueden imitar en su vida diaria. Por consiguiente es importante empoderar a creyentes y evangelistas indígenas, sobre todo darles espacio y voz a la crítica de las misiones extranjeras que no han logrado equilibrar el aspecto de la cultura y la biblia, es decir la palabra del pueblo y la palabra de Dios.
  5. Cuando pensamos en nuestra misión, es necesario repensar nuestra relación con el resto del cuerpo de Cristo, con los misioneros extranjeros e iglesias no-indígenas que sirven a los pueblos indígenas y sus iglesias. Creemos que es importante que la iglesia permanentemente siga reformándose y asumiendo una perspectiva intercultural como parte de vivir la unidad del Cuerpo de Cristo en el respeto de las diversas culturas que nos rodean. Con los misioneros extranjeros tenemos que evitar que ellos tomen el control a definir lo que es bueno y malo. También vemos que aun dentro de las iglesias urbanas-occidentales de nuestros países se sigue reproduciendo conceptos de los indígenas de manera estereotipada y muchas veces negativa. Muchas publicaciones sobre el indígena no se consulta si el indígena está de acuerdo. Por lo tanto tenemos que emprender un diálogo intercultural en la iglesia para que veamos todos y todas que Dios también nos habla desde el lenguaje de la cosmogonía, desde nuestra cotidianidad y a través del Espíritu Santo. Las iglesias y misioneros no-indígenas deben entender que para lograr juntos con las iglesias indígenas un trabajo duradero es necesario emprender unos procesos prolongados con la comunidad porque el discipulado tiene que hacerse en nuestro idioma y desde nuestra cultura y porque, igual que hemos aprendido de ellos, ellos y ellas tienen mucho que aprender de nosotros.

HISTORIA

  1. En la práctica misionera evangélica, tenemos que visibilizar la voz del evangelizado, de los y las hermanas indígenas. Hasta ahora, el mundo solo conoce algo de la historia de nuestros pueblos e iglesias desde la perspectiva del misionero extranjero, pero pensamos que es de mucha importancia contar la historia desde la perspectiva indígena. De la misma manera que aprendemos de Dios y sus obras a través del pueblo de Israel en el Antiguo Testamento, en nuestras iglesias debemos aprender de dónde venimos, quiénes han sido los personajes claves en nuestra historia y cómo ha obrado Dios a través de nuestros propios miembros.
  2. Debemos hacer conciencia que las bibliotecas viven en nuestras comunidades. Muchas veces queremos entender la vida y las comunidades desde una biblioteca, instituciones, escrito y manejado por los externos. Es nuestra responsabilidad comenzar a motivar a la nueva generación que deben escuchar las historias de sus ancianos como fuente primaria.
  3. Entonces es necesario incentivar a las nuevas generaciones a conocer nuestras historias, empleando estrategias de diálogo con los ancianos y ancianas, porque sin entender nuestro pasado y sin enseñar nuestra historia a nuestros hijos, no podremos entender nuestro presente ni ellos podrán formar nuestro futuro. Debemos contar nuestras historias para el bien de la iglesia mundial, especialmente para el bien de la iglesia de la sociedad occidental y la reconciliación de las iglesias indígenas y no-indígenas.
  4. Existe la necesidad de una comunidad letrada indígena para escribir nuestras historias, desde las narrativas, al mismo tiempo debe haber acciones que incentive y motive la oralidad ya que es la manera más dinámica y segura de trasmitir los conocimientos indígenas y los principios a las siguientes generaciones.

Los y las participantes del encuentro “¿Quién hace la historia? Espiritualidad e identidad indígena de la misión”, reconociendo la importancia de contar nuestras historias, hemos decidido embarcarnos en un proyecto para escribir, grabar, compilar y publicar todas las historias que hablan del nacimiento y vida de las iglesias evangélicas indígenas/autóctonas/nativas en América Latina y su producción teológica. Enfocaremos en las biografías de individuos, historias de comunidades de fe y eventos históricos que han jugado un papel clave en la historia de nuestras iglesias. También deseamos mirar más allá de las paredes de nuestra iglesia y recordar las historias de las y los líderes de nuestros pueblos quienes han luchado, y a veces han muerto, para proteger la permanencia de nuestros pueblos en nuestras tierras, sin cuyo trabajo nuestros pueblos ni iglesias existirían. A través del ejercicio de contar las historias también esperamos recuperar y revalorar nuestras prácticas culturales que promueven la vida y los valores del Reino de Dios.